CONVERSAS LATINOAMERICANAS – CICLO DE DEBATES FEMINISTAS

Cuando a principios de marzo de 2020 la pandemia del coronavirus -un monstruo de siete cabezas y varias mutaciones– se abatió sobre nosotros, la humanidad, muchas voces e innumerables preguntas fueron lanzadas en la niebla de incertidumbre que nos envolvía.
La crisis de civilización de la que hablamos desde hace más de una década ha mostrado su rostro más trágico, revelando en muy poco tiempo la extrema pobreza y la miseria pero, también, la extrema concentración de la riqueza, tanto en nuestra región como en el mundo entero. El sistema económico-financiero expuso sus heridas en un espectáculo mediático trasmitido en tiempo real. El desempleo, la precariedad, la vulnerabilidad de la vida en entornos contaminado y desequilibrados y la violencia cotidiana han quedado visibles, golpeando barrios y comunidades populares en todas las periferias del Sur global.

Con la impotencia inicial que provocó el aislamiento sólo algunes pudimos cumplir, mientras que otros y otras tuvieron que enfrentar la contaminación, en barrios sin infraestructura o en trenes y autobuses abarrotados para realizar labores imprescindibles o no-, desde este pequeño espacio latinoamericano buscamos unir fuerzas para pensar colectivamente. Nuestro feminismo pasó a abordar varias de esas cuestiones, que se plantearon con la crudeza de la brutalidad.

Desde hace décadas venimos impulsando fuertemente la perspectiva de la economía feminista porque explica las tramas entre el sistema económico-financiero y la violencia de género, lo cual nos ayudó a reflexionar sobre este momento dramático y sobre los tiempos de transición, quizás de civilización, que se avizoran.

En este escenario de incertidumbres y certezas, brutales y dolorosas, nos lanzamos a un espacio virtual que permitió acoger voces lejanas pero unidas por el deseo común de comprender la realidad cambiante y acelerada del mundo.
Fue desafiante reunir a teóricas y activistas feministas con perspectivas y miradas variadas trayendo críticas rigurosas, inclusive desde el pensamiento marxista que durante mucho tiempo ignoró el trabajo doméstico reproductivo, colocando así a las mujeres en la invisibilidad y la desvalorización. El debate que inició la economía feminista hace décadas volvió a hacer foco en esta última cuestión, y la acumulación de los trabajos de cuidado de las mujeres durante la pandemia lo puso también en la agenda de discusión pública. La división sexual del trabajo fue radiografiada por el feminismo, exponiendo la “naturalización” de ese trabajo invisible y sus implicaciones para la acumulación capitalista a través de la reproducción de la fuerza de trabajo, medio indispensable para el capital. También reveló las consecuencias que esta naturalización había causado en la dependencia de las mujeres respecto de sus padres y maridos, en su devaluación social y en el control estatal de su sexualidad y procreación. Este aporte de la economía feminista, que visibilizó y valoró el trabajo reproductivo, está en la base de las nuevas perspectivas sobre el papel de la mujer y el feminismo en la economía capitalista y en los procesos transformadores de la sociedad.
Los feminismos necesitan seguir ampliando sus debates en torno a la explotación del trabajo no remunerado de las mujeres, develando la centralidad del trabajo doméstico no remunerado para el capitalismo y exponiendo una de las bases de esa subordinación y desvalorización social.
El rechazo del trabajo reproductivo como destino natural de las mujeres ha puesto en crisis no sólo la estructura del patriarcado sino, también, la base misma de la explotación. Es el sustrato donde se da la dominación y, por eso, el capital necesita una vez más reinventar y metamorfosear las formas en las que produce la explotación desenmascarada por el feminismo.
Para colaborar con la reflexión de estas nuevas perspectivas hemos organizado, de forma virtual, el Ciclo de Conversaciones Latinoamericanas trabajando con dos objetivos. El primero fue fortalecer el diálogo entre el movimiento social feminista brasileño y sus pares latinoamericanos, diálogo que se ve afectado a veces por las dificultades propias de los distintos idiomas.

Por ello el Ciclo, diseñado con traducción simultánea de los debates, tuvo el propósito de reunir visiones algo distantes para Brasil y acercarnos a las realidades de los países hispanohablantes de América Latina. El segundo objetivo ha sido discutir algunos nuevos temas o perspectivas en la agenda de los feminismos populares, comunitarios, activistas y, en definitiva, plurales.

En los últimos años, con el llamado fin del ciclo progresista, América Latina ha venido re- forzando su “destino” como territorio en disputa y actualizando un proceso de recolonización.

Si bien el proyecto histórico colonial en América Latina sigue vigente, aunque enmascarado, se encuentra en una actualización que profundiza los mecanismos de subordinación de la colonialidad.

El Ciclo de Debates buscó reflexionar sobre nuestra realidad en “crisis transicional”, como se ha caracterizado a esta época, incluyendo para muchas y muchos autores no solo una época de transformación sino, también, una época de verdadera crisis civilizatoria. Por eso los temas que guiaron los debates partieron de la compleja realidad de América Latina, buscando adentrarse en las complejidades y diversidades que configuran el panorama regional actual.
La división internacional del trabajo ha ido redefiniendo, con formas actuales, el carácter permanentemente colonial de nuestra región, rediseñando el modelo productivo agro-minero-exportador, ahora en desindustrialización, sirviendo a la disputa por la hegemonía global que Estados Unidos mantiene especialmente con China. Desde la última década ese reajuste se manifiesta en una serie de golpes político-militares de nuevo tipo, que promueve gobiernos autoritarios de agenda ultraneoliberal. Ello ha contribuido a la degradación de las democracias, transformándolas prácticamente en cáscaras vacías: un orden neoliberal que se impone como racionalidad dominante, actuando no solo sobre los gobiernos sino, también, sobre las personas.

Para enfrentar estas nuevas realidades preparamos un Ciclo de Debates que, desde el principio, permitió conocer cómo funciona el modelo capitalista hoy en la región y cuáles son sus nuevas formas de explotación de territorios, poblaciones y cuerpos. Pero también condujimos las discusiones hacia el planteo de alternativas y de nuevas agendas, que nos coloquen en una línea de trabajo atenta a las nuevas necesidades tanto de los movimientos como de las sociedades en su conjunto.

Pero estas nuevas agendas, más aún aquellas alternativas, no siempre son tan visibles y nuestro rol, por tanto, fue hacerlas visibles internamente en los movimientos sociales. Por ejemplo, la agenda de derechos laborales que se discutió en la reunión, y que quizás esté en marcha pero aún con una visión un tanto tradicional, debe actualizarse, ponerse al día, pues las formas de explotación se multiplicaron y entraron en los hogares. Nos enfocamos en la realidad del aislamiento social que nos ha impuesto la pandemia, y que ha desdoblado para muchas mujeres las tareas de cuidado en los hogares, convirtiéndolos en nuevos espacios de trabajo: la casa-oficina que invade horarios, rutinas y la propia perspectiva de lo doméstico.
Este fue un aspecto central del Ciclo: considerar las nuevas formas que ha tomado la lucha de las mujeres, especialmente de las mujeres negras e indígenas, mal denominadas luchas identitarias. Esas luchas deben ser observadas en la perspectiva de las nuevas formas de explotación del trabajo que, de hecho, aumentan la diversidad de sujetos sociales a ser visibilizados dentro de la lucha de clases.

También buscamos dar respuesta a la financiarización de la vida, que aumenta el endeudamiento de países y empresas pero, también, de las mujeres en su lucha diaria por la sostenibilidad de la vida de las familias. Profundizar el conocimiento comunitario que articulan las mujeres en las economías populares, como expresión vital de nuevos arreglos productivos que amplían la noción de trabajo. Poniendo el cuidado doméstico y colectivo en el centro de la economía y la vida entendida con dignidad. Pensar en los desafíos de huir de las perspectivas coloniales en la construcción de ciudades y casas, que enfrenten la violencia propietaria y que acojan la diversidad de arreglos familiares y formas de vida en las periferias urbanas, en el campo, en las aldeasen la ribera de los ríos, en las comunidades quilombolas, y en la enorme diversidad de formas de
vida que se manifiestan en nuestro continente.
Las luchas contra las jerarquías sexuales y raciales lideradas por las mujeres, capitaneadas por los feminismos en los últimos años, trajeron al mismo tiempo una subversión del orden simbólico que golpeó de lleno al sistema capitalista, patriarcal y racista. El capitalismo que se estructuró no sólo sobre la lógica de clase sino, también, sobre la lógica patriarcal y colonial, ha profundizado las desigualdades de género y raza y, por ello, ha sido confrontado una vez más. Las contradicciones son llagas cada vez más expuestas en las sociedades de este convulsionado comienzo de siglo. Territorios y cuerpos que se convierten, día a día, en campos de disputa de la vida.

El avance de los feminismos en este orden ideológico y en las jerarquías sostenidas por el patriarcalismo ha afectado profundamente las estructuras de las sociedades, convirtiéndose en enemigo del statu quo social; de ahí el renovado ataque de conservadurismo que estamos viviendo hoy.

Por tanto los feminismos deben abordar todas las áreas de disputas en torno a la hegemonía global y el poder colonial y patriarcal, comprender esas disputas y florecer entre las mujeres urbanas, rurales, negras, blancas e indígenas, ganando mentes y corazones, para abrir caminos de lucha por un mundo más justo.

Graciela Rodríguez

Año: 2021
Coordinación: Graciela Rodriguez
Edición: Carla Maglio
Publicado por: Instituto EQUIT – Género, Economía y Ciudadanía Global, y forma parte del proyecto Red de Género y Comercio – Equidad de Género con Justicia Económica -, que forma parte del programa “Liderando desde el Sur”, financiado por el Fondo de Mujeres del Sur.

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